Cuernavaca, 26 de septiembre 2025 (Infórmate y +).- En medio del ruido y el vaivén de los vehículos, una escena se repite cada septiembre en las calles de Cuernavaca: vendedores ofrecen la tradicional flor del pericón, también conocida como flor de San Miguel, en forma de cruz. Esta práctica, arraigada en la cultura popular mexicana, cobra especial fuerza en vísperas del 29 de septiembre, día dedicado a San Miguel Arcángel.
Desde las banquetas hasta los semáforos, es común ver a personas adquirir estas flores para colocarlas en las puertas de sus hogares. La creencia popular asegura que esta acción protege a las familias de enfermedades y males espirituales, al invocar la protección del arcángel San Miguel, considerado por la fe católica como un guerrero celestial que defiende al pueblo de Dios contra el mal.
La tradición es tan fuerte que resiste al paso del tiempo, aunque la ciencia y la tecnología avanzan, esta costumbre heredada de los abuelos sigue vigente. Para muchos, colocar la flor del pericón antes del mediodía del 28 de septiembre es un acto de fe que garantiza protección. Algunos devotos incluso la colocan en sus vehículos, convencidos de que aleja al diablo de su camino.
La creencia se intensifica con la idea de que el 28 y 29 “el diablo anda suelto”, y que solo San Miguel, líder del ejército celestial, puede vencer a Lucifer. Por ello, la flor se convierte en un símbolo de resguardo espiritual y familiar.
La devoción de quienes practican esta tradición suelen acompañarla con rezos, reforzando el vínculo entre la fe y la protección. “La fe mueve montañas”, recuerdan los creyentes, reafirmando que más allá del rito, lo esencial es la convicción con la que se realiza.
La flor del pericón no solo embellece las calles en estos días; también representa la resistencia de las tradiciones que, generación tras generación, siguen dando sentido y esperanza a miles de familias mexicanas